Entonces, ¿cómo cuidar de nosotros? Algunas sugerencias claras y prácticas:
Es inevitable que en la vida laboral y personal tengamos que afrontar situaciones que nos coloquen a prueba; situaciones que nos lleven al límite. Situaciones que nos hagan decir, como el profeta Elías, «¡Basta ya!». Por ello, es importante conocer sugerencias claras para cuidarnos y hacer que cuiden de nosotros.
Para ejercer este cuidado, las medidas que se pueden adoptar pueden ser de urgencia, o preventivas. Las medidas de urgencia son sugerencias para cuando nos sentimos emocionalmente desbordados, cuando ya no podemos más. Las medidas preventivas están orientadas a establecer hábitos y reglas de conducta que ayudarán a cuidarnos en el futuro, y a largo plazo. Ambas enfoques son importantes.
a) Medidas de urgencia: Qué hacer cuando ya no podemos más.
Hay momentos en la vida cuando la carga que debemos llevar parece superar nuestra capacidad. Debemos estar preparados para estas contingencias, porque la pregunta no es si van a suceder o no; porque sí van a suceder. Diversos estudios indican que la sobrecarga
emocional afecta a muchos profesionales:
50 % de los médicos
39 % de los estudiantes de enfermería
30 % de las enfermeras y enfermeros
20 % de los docentes
Son proporciones muy importantes; y por ello es fundamental tener la capacidad de afrontar momentos límite cuando éstos se presenten.
¿Qué hacer, entonces? Aquí deseamos presentar algunas sugerencias:
Detenerse allí mismo. Respirar hondo. Pensar: ¿qué estoy haciendo? Preguntarnos algo que ya se preguntaba el Rey Salomón hace tres mil años: «¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien?» (Eclesiastés 4:8)
Ser realistas en vernos a nosotros. Dejar las falsas expectativas y la negación, y reconocer cómo nos sentimos en este momento: Admitir la rabia, el desaliento, la frustración, y todo lo que nos carga en ese momento.
Ser realistas en la perspectiva. ¿Hemos vivido algo similar anteriormente? Si ya hemos vivido algo así, y hemos sobrevivido, es probable que esta vez también salgamos adelante.
Si tenemos demasiadas cosas que hacer: Detenerse, y hacer una cosa a la vez, comenzando desde lo más urgente. Dedicarse solamente a esa tarea, y no pensar en todo lo que quizás sigue estando pendiente. Hacer esa tarea de buen modo, pero de modo realista: «Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas» (Eclesiastés 9:10); «basta a cada día su propio mal» (Mateo 6:34).
Muy importante: Aprender a pedir ayuda. Si realmente no podemos con la carga, debemos pedir ayuda: a los colegas, a los compañeros de trabajo, a la familia, a la iglesia. Hay que admitir que muchas veces no podemos hacer las cosas solos. Ya no
existe el hombre orquesta.
Sin embargo, la lección más importante es que la batalla más dura es espiritual. Dios ha dicho que «tiene cuidado de nosotros», y efectivamente puedo dar testimonio de que es así. En un momento de crisis profunda, de agotamiento emocional, de cuando la carga se hace insuperable, Jesucristo es el mejor refugio. Es Él quien dijo estas palabras:
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga». (Mateo 11:28-30).