Empatía es nuestra capacidad de identificarnos con el dolor del otro.
Alguien dice que es “ponerme en el zapato del otro”. Es nuestra capacidad de ser sensibles al mundo a nuestro derredor.
Mientras la apatía es: estado de insensibilidad emocional, estado del alma no susceptible a la conmoción o interés. Insensibilidad, indiferencia. También puede ser diagnosticado como abatimiento, desinterés, desánimo, inercia, indiferencia e indolencia.
De todos estos sinónimos, el que más tenga similitudes con apatía es el término Inercia.
Inercia es un estado caracterizado por la ausencia de reacción, por la ausencia de energía física o moral de una persona frente hacia situaciones presentadas.
Delante de estos, lo que encontramos es un individuo empujando sus problemas para bajo de la alfombra. Permitiendo que la vida le lleve sin presentar ningún tipo de cambios.
Estamos viviendo un tiempo donde tendremos que elegir ser apáticos o empáticos.
No podemos quedar indiferentes, apáticos o vivir en una inercia paralizante mientras personas al nuestro derredor están enfermas, sufriendo la muerte de un ser querido o pasando hambre por no tener plata para comprar comida para sus hijos.
Es hora de desarrollar nuestra empatía por medio de una espiritualidad auténtica.
Lo que Dios espera de nosotros es una fe que pueda demostrar el amor por medio de una acción práctica hacia nuestro próximo.
“Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no lo demuestra con sus acciones? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?” – Santiago 2:14
“Así pasa también con la fe: por sí sola, sin acciones, está muerta. Pero alguien puede decir: «Tú tienes fe, y yo tengo acciones. Pues bien, muéstrame tu fe sin las acciones, y yo te mostraré mi fe por medio de mis acciones».” – Santiago 2:17-18
“Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.” – 1 Juan 4:20-21
Hoy te invito a salir de su apatía espiritual y moverse hacia una empatía, desarrollando su fe y amor por medio de una acción hacia su prójimo.
Dios es amor y quien conoce a Dios ama a tu prójimo.
Bendiciones
Lic. Odenir Figueiredo Junior
Capellan y Psicólogo de la UCMB