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¿Qué hacer para evitar sentirnos desbordados?

¿Qué hacer para evitar el desborde?

. Establecer objetivos realistas. Intentar hacer más de lo que realmente podemos nos empujará más allá de nuestros límites y creará un estrés innecesario. Debemos dejar atrás objetivos idealistas y acercarnos al mundo real teniendo en cuenta nuestra capacidad y limitaciones.

. Recordar que nadie es perfecto.  Cada uno debe decirse a sí mismo: «yo no soy perfecto». Y como nosotros no somos perfectos, tampoco lo son los otros.  Siempre hay riesgo de conflictos; hay que aceptar las faltas de las otras personas y buscar ser amable y comprensivo. «Sobrellevad los unos las cargas de los otros» (Gálatas 6:2)

.Aprender a decir que NO.  Esta es una de las cosas más difíciles, ya que todo el mundo espera mucho de nosotros y nosotros intentamos satisfacer las expectativas que todos ellos se han creado sobre nuestra persona. Decir «no», con educación y con una buena razón, no tiene que hacernos sentir culpables, ni hará que los demás se alejen de nosotros.

. Hacer pausas y tomar descansos regulares.  Sobre esto, la Biblia es contundente: «Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu» (Eclesiastés 4:6); «[he visto que] es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor». (Eclesiastés 3:13).
Unos cuantos minutos de relajación con una taza de café o té, o unos sorbos de tereré con tranquilidad, pueden hacer sentirnos mejor y darnos fuerza para enfrentar el trabajo.  Tomarse un día libre o unas pequeñas vacaciones extra pueden servir para «recargar las pilas». Todo el mundo tiene un límite para la cantidad de estrés que puede tolerar; y no tenemos que sentirnos culpables por eso.

. Salir de la rutina.  Evitar el aburrimiento. Hacer las cosas de manera diferente proporciona una mayor libertad personal y autonomía, y fomenta la creatividad. Somos seres racionales y creativos. No somos máquinas.

. Continuar con la formación personal y profesional.  Adquirir nuevos conocimientos y técnicas; informarnos de los nuevos adelantos y sucesos de nuestra profesión, nos ayudan a enfrentar con más efectividad los problemas que pudieran surgir.

. Tomar las cosas con más distancia.  Si trabajamos con personas, debemos aprender a ser profesionales. Esto es especialmente importante para quienes trabajan con personas en situaciones difíciles: médicos, enfermeras, pastores, abogados.
Hay que evitar implicarnos demasiado con los pacientes/clientes y sus familias. Es importante trabajar «con el mameluco puesto»; pero una vez terminada la jornada laboral, no hay que llevar el trabajo a casa. Hay que dejar el mameluco en el lugar del trabajo.

. Establecer un hábito de desconexión.  Al terminar el trabajo, conviene hacer algo que nos ayude a romper con el ambiente tenso. Tomarse un café, hacer ejercicio, caminar. Lo importante es olvidarse del trabajo y relajarse, para no descargar la tensión con la familia y los amigos.

. Conocerse a sí mismo.  Analizar las propias reacciones y reflexionar sobre el porqué de ellas. Busquemos aprender de nuestros errores, pero de manera constructiva: no para condenarnos, sino como un paso hacia el crecimiento personal. «Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse» (Proverbios 24:16).
Es esencial acentuar nuestros aspectos positivos, pensar cada tanto en nuestros éxitos y en la satisfacción que nos da el trabajo que hacemos; porque esto puede compensar por las frustraciones y fracasos. «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad». (Filipenses 4:8).

. Aprender a relajarse y a descansar.  Aprender a relajarse física y mentalmente puede ser de gran ayuda.
La última opción: Cambiar de trabajo.

Si se ha tratado de manera constructiva de cambiar aquello que nos sobrepasa dentro del trabajo y no hemos tenido éxito, ésta es la última opción. Es una decisión que hay que meditar muy bien.

¿A quiénes recurrir?

1. En mis conversaciones con distintos profesionales cuya función diaria es trabajar con personas, he visto que casi invariablemente la familia es el sistema de apoyo natural.

2. La ayuda de los propios compañeros de trabajo es también de extrema utilidad, ya que ellos cuentan con experiencias similares; es gente que posiblemente ya haya pasado por esa misma situación. Los colegas pueden ayudar a disminuir la tensión emocional y orientarnos a afrontar la situación desde otra perspectiva más eficaz.

¿Cómo ayudar a otros?

. Apoyarse unos a otros. Comunicarse, comentar acerca de las situaciones molestas o problemáticas. Ayudar al otro en cuanto sea posible.
. Aprender a escuchar al otro activamente, haciéndole preguntas. Esto puede ayudarle a expresar los sentimientos y preocupaciones y a ver la situación desde otra perspectiva.
. No juzgar. Dejar que la persona exprese sus frustraciones y sentimientos, buscando en lo posible que una actitud optimista y positiva salga por sí sola.
. Dar ánimos y reconocer a los demás el trabajo bien hecho. Esto se debe fomentar, y ayudará a crear un ambiente de compañerismo y solidaridad.

Pasos que puede dar una empresa o institución para cuidar de su gente:

. Capacitar sobre manejo de problemas y estrés.
. Fomentar redes de apoyo entre compañeros de trabajo.
. Medidas de seguridad e higiene: mobiliario, iluminación, colores, decoración, deben ser adecuados.
. Buscar un ambiente de trabajo que ayude a evitar el estrés o el agotamiento emocional.

Conclusión

Las personas tenemos límites y debemos aceptarlos. No existe la perfección, sino las cosas bien hechas. Cuando nos sintamos desbordados tanto físicamente como emocionalmente debemos pedir ayuda.
El compañerismo y la solidaridad son muy importantes. Los colegas nos pueden ayudar y orientarnos para afrontar la situación desde otro punto de vista.

Es necesario que las organizaciones cuiden a su personal, porque esto redunda directamente en beneficio no sólo del personal, sino de la misma institución.

Es importantísimo cuidar el recurso humano.

Volviendo a la pregunta de ¿Quién cuida de mí?, entonces surgen las respuestas: Yo mismo debo cuidarme. Me cuida la familia, y los amigos. Me cuidan los compañeros de trabajo, los colegas. Debe cuidarme mi empresa, mi institución.

Sin embargo, la verdad más importante es que hay Alguien que sí cuida de nosotros, y es refugio seguro en cualquier situación de crisis: «Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros».

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